Hoy al fin te atreves,
El morbo y mis deseos te han vencido, has accedido a
probarlo.
Noto tu deseo, tu turbación y tu nerviosismo. Pero….eres mi
cómplice, soy tu cómplice, no hay miedo.
Acostada en la cama te recorro el cuerpo con mis manos, con
mis labios. Siento tu piel caliente y erizada. El calor de tus pezones al
rodearlos con mi lengua me excita aún más. Subo lentamente y mi boca se pega a
la tuya en un largo y fundido beso. Tus manos recorren mi espalda, me
acarician.
Bajo lentamente hasta llegar a tu ombligo, a tu tatuaje y
pierdo el tiempo con ellos, sin prisa, con pasión. Cuando siento como aumenta
tu ardor mi mano acaricia tu vulva por encima de las braguitas. Ya están
totalmente húmedas. Lentamente te las bajo, besando cada poro que queda al
descubierto. La suavidad de tu pelvis totalmente rasurada para mi, el olor de
tu sexo. Hundo mi lengua en tus labios vaginales arrancándote un gemido de
placer. El jugo de tu cuerpo me llena la boca mientras sorbo cada gota de ti.
Mis manos separan tus labios dejando abierto ante mi tu lugar secreto. Te
penetro con la lengua mientras mis dedos juegan alrededor.
Tus gemidos hacen que mi pene esté hinchado e inquieto. Mi
lengua sube ligeramente para acariciar tu clítoris mientras mis dedos se
empapan de ti. Aprovecho tu humedad para humedecer toda tu entrepierna. Juego
con mi dedo índice en el lugar que queda entre tu sexo y tu ano, luego lo
acerco a tu culito.
Noto tus contracciones cuando mi lengua hace que alcances un
primer orgasmo. Me pides más. Subo mi cuerpo y entro dentro de ti. Tu calor
rodea a mi pene mientras entra fácilmente, sin resistencia. Mis labios te
buscan y te encuentran. Nos besamos interminablemente. Pero, salgo de ti, esta
noche serás mía de una nueva forma.
Vuelvo a tu sexo, su olor ha cambiado y ahora huele a la
mezcla del tuyo y el mío. Vuelve a rezumar líquido, un líquido que traslado
poco a poco a la entrada de tu ano.
-
¿Quieres más?, te pregunto.
-
Dámelo todo, me pides.
Te doy la vuelta, dejo tu espalda a mi disposición. Te la
acaricio mientras bajo lentamente hacia tus nalgas. Los mordiscos en las nalgas
despiertan grititos en ti, risas, nerviosismo. Las separa lentamente y mi
lengua explora tu trasero como tantas otras veces, pero hoy será diferente. Tu
ano está contraído, intranquilo. Poco a poco voy llenándolo de tus flujos y mi
saliva. Mis manos juegan con tu sexo arrancándote gemidos, lamentos,
movimientos sensuales.
Acerco un dedo a tu entrada oscura y te acaricio. Notas caer
encima de él el lubricante que hemos comprado, con mi dedo lo extiendo y poco a
poco voy introduciéndolo en ti. Es fácil. Consigo que estés relajada y
tranquila. Te pregunto si quieres y no dudas en responder que sí. Ya son dos
dedos los que están relajando tu esfínter. Los retiro suavemente y me coloco
encima de ti. Acerco la punta de mi pene a tu culo y lo apoyo en él. Te noto
expectante. Empujo suavemente y gracias a la lubricación entra ligeramente. Me
retiro y vuelvo a repetirlo. Mi glande entra en tu ano y me detengo. Tus manos
agarran las sábanas con fuerza mientras con leves movimientos entro y salgo de
ti. Cada vez un milímetro más. Te pregunto como vas y me dices que te molesta,
que te duele pero que sigamos. Lleno todo mi miembro de lubricante lo que
facilita la entrada. Cuando la mitad está dentro noto como empiezas a moverte.
Lentamente, sensualmente. Acompaso mis movimientos a los tuyos sintiéndote mía,
conectados. Te beso la nuca mientras mi mano se entrelaza con la tuya. Mis
penetraciones cada vez te hacen gemir más. Tu mano libre busca tu sexo y te
acaricias mientras sigo empujando. Más me pides, dame más….
La presión de tu ano sobre mi pene hace que la excitación
sea máxima. Sin salirme de ti conseguimos ponernos de lado. Levanto tu pierna
facilitando el movimiento. Poco a poco empieza a gustarte. Te masturbas con
fuerza y cuando llegas a un nuevo orgasmo, las contracciones se transmiten a mi
miembro que estalla dentro de ti llenándote de mi leche.
Nos quedamos inmóviles, exhaustos, acalorados y felices.
Después nos abrazamos con fuerza, sintiendo el calor del
otro y exprimiéndonos al máximo, dando gracias por el gozo que compartimos.
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